¿Busca un Administrador? Hablemos.
Con el paso del tiempo, es inevitable que las fachadas de ladrillo visto muestren signos de envejecimiento: suciedad, manchas de humedad y un desgaste general. Estos no son solo problemas estéticos; a menudo son la antesala de filtraciones y problemas de humedades en el interior de las viviendas.
Para atajar el problema de raíz, primero debemos entender la naturaleza de los dos materiales que componen la fachada: el ladrillo y el mortero de sus juntas.
Tanto los ladrillos de arcilla como el mortero (mezcla de cemento, arena y cal) tienen una característica en común: son porosos. Al igual que una galleta absorbe la humedad del aire y deja de estar crujiente, los materiales de la fachada absorben el agua del entorno.
Este fenómeno, conocido como capilaridad, permite que el agua se mueva a través de la pared. Si pensamos en un botijo de barro, su capacidad para enfriar el agua se debe precisamente a una evaporación controlada a través de sus poros. Un ladrillo, sin embargo, tiene una porosidad mucho mayor, diseñada para otros fines, lo que le confiere una gran capacidad de absorción de agua.
Incluso en zonas que no están directamente expuestas a la lluvia, los muros se humedecen constantemente por tres vías principales:
Mojado directo: La lluvia, especialmente cuando es impulsada por el viento, empuja el agua hacia el interior de la estructura porosa.
Condensación: Durante las noches, el rocío se condensa sobre la superficie, aportando una humedad constante que el muro absorbe.
Absorción higroscópica: El material "atrae" y absorbe la humedad presente en el ambiente, manteniendo la pared en un estado de humedad latente, sobre todo en invierno.
Este ciclo constante de mojado y secado es la causa principal de la degradación y las filtraciones.
El agua no es el único enemigo. Al combinarse con el dióxido de carbono (CO₂) del aire, el agua de lluvia se vuelve ligeramente ácida. Este "ácido" natural ataca químicamente los componentes del ladrillo y del mortero.
Este proceso, llamado carbonatación, literalmente disuelve y descompone los materiales, provocando el conocido "arenado", las roturas y el desprendimiento de pequeñas placas. Es el motivo por el cual vemos un mayor desgaste en los primeros metros de altura de los edificios (por la humedad que sube del suelo) y en las zonas más expuestas.
En el mercado existen muchos productos que prometen una solución rápida, pero que a menudo son contraproducentes. Los más comunes son:
Hidrofugantes (siliconas, aceites, etc.): Actúan como un repelente superficial del agua de lluvia. Su efecto es temporal, ya que se degradan con el sol en pocos años y no evitan el mojado por condensación ni la absorción de humedad ambiental. Son un "impermeable" con fecha de caducidad.
Recubrimientos y barnices: Crean una película plástica sobre la fachada. El principal problema es que impiden que el muro transpire. La humedad que se genera en el interior no puede salir, quedando atrapada. Con el calor del sol, esta película se dilata, se agrieta y se desprende, dejando la fachada en un estado peor que el inicial.
Una solución real y permanente no consiste en tapar la superficie, sino en tratar el problema desde dentro, sin alterar la estética del ladrillo visto.
El tratamiento más eficaz es la cristalización o mineralización del muro. Esta técnica consiste en introducir en la red de poros y capilares del ladrillo y el mortero unas sales de sílice líquidas. Estas sales reaccionan y forman cristales insolubles que taponan los poros grandes (por donde entra el agua), pero mantienen abiertos los microcapilares (por donde el muro transpira).
De esta forma, se consigue:
Evitar la absorción de agua: El muro deja de mojarse estructuralmente.
Mantener la transpirabilidad: El edificio sigue "respirando" de forma natural.
Frenar la degradación: Al no haber agua en la estructura, el proceso de carbonatación se detiene.
Como hemos visto, diagnosticar y solucionar los problemas de una fachada de ladrillo visto requiere un conocimiento técnico profundo. En Debrán Administraciones, entendemos la complejidad de estas intervenciones. Por ello, ponemos a disposición de nuestras comunidades un equipo de expertos colaboradores (arquitectos, aparejadores y profesionales especializados) que nos permite estudiar cada caso de forma individual. Nuestro compromiso es ayudar a la comunidad a encontrar siempre la solución técnica, económica y más adecuada para garantizar un resultado definitivo y proteger el valor de su inmueble.
No espere a que una pequeña mancha de humedad se convierta en un problema grave y costoso. Si su comunidad se enfrenta a este tipo de incidencias, contacte con Debrán Administraciones. Nos encargaremos de analizar su caso para ofrecerle una solución que será siempre profesional, duradera y económicamente ajustada, velando en todo momento por el interés y la tranquilidad de su comunidad.
email: info@debran.es
Teléfonos: 952 317 758 / 620 90 44 19
Avenida Juan Sebastián Elcano 24. 29017 Málaga