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La comodidad de tener un supermercado o una tienda de alimentación justo debajo de casa es innegable. Sin embargo, esta ventaja puede convertirse rápidamente en una pesadilla si la actividad del negocio no respeta el descanso y la tranquilidad de los vecinos. Ruidos a deshoras, olores persistentes y vibraciones son quejas habituales que, a menudo, acaban en los tribunales.
La actividad diaria de una tienda de alimentación conlleva una serie de molestias potenciales que, si bien son evitables con una gestión adecuada por parte del negocio, a menudo recaen sobre la comunidad:
Ruido y vibraciones: El zumbido constante de cámaras frigoríficas y arcones de congelados, especialmente perceptible durante la noche, es una de las quejas más comunes. A esto se suman los ruidos de la carga y descarga de camiones a primera hora de la mañana, con motores encendidos y el impacto de cajas, así como los golpes del despiece en carnicerías y pescaderías.
Olores y basuras: Los hornos de pan y bollería pueden desprender olores que, aunque agradables al principio, se vuelven molestos. Más problemático es el olor a pescado o la deficiente gestión de los contenedores de basura.
Humedades: Una limpieza inadecuada, como el "baldeo" con mangueras en las pescaderías sin una correcta impermeabilización, puede provocar humedades en los pisos superiores o locales contiguos.
Uso de elementos comunes: Es frecuente que estos negocios instalen unilateralmente maquinaria de climatización o refrigeración en la azotea del edificio, un elemento común cuyo uso requiere, por norma general, la autorización de la comunidad de propietarios.
La jurisprudencia demuestra que los vecinos tienen herramientas para defenderse. Existen numerosas sentencias que dan la razón a las comunidades, condenando a los supermercados a:
Insonorizar el local y adoptar las medidas necesarias para eliminar ruidos y vibraciones molestas.
Pagar indemnizaciones por daños morales a los vecinos afectados, cuantificando económicamente el perjuicio sufrido por la falta de descanso.
Retirar maquinaria instalada en elementos comunes sin el permiso correspondiente.
No obstante, es crucial destacar un punto que las sentencias dejan claro: la necesidad de probar el daño. Una reclamación tiene muchas más probabilidades de éxito si se respalda con pruebas periciales solventes (mediciones de ruido, informes técnicos sobre olores o vibraciones, etc.) que demuestren que las molestias superan los límites legales o lo razonablemente tolerable.
Afrontar un conflicto con un negocio potente como un supermercado puede ser intimidante para una comunidad de propietarios. Es aquí donde la gestión de un administrador de fincas profesional marca la diferencia. En Debrán Administradores, nos encargamos de canalizar estas quejas de forma efectiva: desde la comunicación formal con la empresa responsable hasta la contratación de peritos para realizar mediciones que sirvan como prueba fehaciente. Si la vía amistosa no prospera, coordinamos las acciones legales pertinentes en defensa de los intereses de la comunidad, asegurando que se tomen las medidas correctoras necesarias, como la insonorización, o se reciban las indemnizaciones que correspondan. Nuestra labor es ser el soporte técnico y legal que su comunidad necesita para resolver el problema.
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